simplemente naturaleza...

Estos cardos crecen en casi todas las banquinas, acá a orillas del lago Huechulafquen.

Ya de vuelta de las vacaciones, quiero compartir con ustedes algunas de las fotos que saqué de los lindísmos lugares y plantas que crecen espontáneamente en la zona de Junín de los Andes, al pie del volcán Lanín, y en San Martín de los Andes y alrededores. Es increíble cómo la naturaleza se expresa tan bella sin la ayuda del hombre, resisitiendo el suelo (muchas veces rocoso),y el clima: la nieve, el frío o la sequía.....

La lavanda es una planta que crece muy bien a pleno sol, gracias al clima seco y a los suelos rocosos y drenantes. Las variedades son muchas, todas muy perfumadas y llenas de abejorros trabajando todo el día.

El color de la flor del cardo no pasa desparecibida.

Los verbascum que se ven en primer plano crecen también en todas las banquinas´pedregosas, con sus hojas grises y sus varas de flores amarillas que parecen querer tocar el cielo. 

Estos arbustitos de flores amarillas (neneas) con sus formas redondeadas le dan un carácter muy especial al paisaje, especialmente al atardecer y contrastando con las formas verticales de los cardos y los verbascum. 

Al fondo, el volcán Lanín.

En las zonas más montañosas y gracias a las lluvias, se ven los amancay (Alstroemeria )que crecen de a montones y formando mantos dorados increíbles.... no nos cansamos de mirarlos y admirarlos.

La Fuchsia magellanica, nativa también de la región, está siempre cerca de los amancay, en las laderas de las montañas, al borde de los lagos, y de los arroyos y cascadas.

Nuestra llegada al lugar para acampar, un terreno lindísimo lleno de lupinos sobre el Lago Hermoso, lástima que Mateo tuvo que cortar algunos con machete para poder pasar y llegar hasta el lago. Días inolvidables....

Si bien ya los conocía por fotos, verlos en vivo y en directo es algo único...un milagro, sus formas y colores, con sus varas también apuntando derecho al cielo.

Al igual que los amancay, los lupinos crecen al borde de los lagos, en las banquinas y en las laderas de las montañas. Cada año vuelven con sus matas cada vez más grandes.